La ALERGIA, enfermedad crónica tan “de moda” es un término médico indiscriminada y erróneamente aplicado en la mayoría de los casos. Muy útil, como no, para etiquetar síndromes, cuadros, crisis, episodios, trastornos o afecciones de etiología desconocida.
Parece no tener otro objeto que sumir al afectado en el conformismo y la dependencia de fármacos: Vacunas, antihistamínicos, antiinflamatorios, cortisonas etc., agresivos, cargados de contraindicaciones y que aunque en ocasiones pueden ser ciertamente salvadores para salir de una crisis aguda, no hay porque aplicarlos indiscriminadamente y de por vida, porque además de únicamente paliar los síntomas, crean dependencia y cada vez se hacen necesarias mayores dosis hasta llegar en muchos pacientes a resultar ineficaces.
El Cuerpo No Se Equivoca: ¡Escúchalo!
Los elementos llamados alérgenos: Polen, ácaros, gramíneas, plumas, pelos y otros, no son los malos en esta película, de los que hay que huir, sino únicamente desencadenantes, detonantes de reacciones como los catarros, irritaciones, inflamaciones, picores, rojeces, estornudos, moquita y otros incómodos fenómenos que se ponen en marcha, para dar salida a sustancias que nuestro sabio cuerpo necesita expulsar y a través de estas pequeñas crisis, recuperar el bienestar y el equilibrio perdidos.
Si abortamos estos intentos liberadores con medicamentos químicos, bloquearemos las vías de eliminación, provocando un estancamiento de las toxinas y morbos que serán el caldo de cultivo de sucesivas infecciones y problemas cada vez mayores y más difícil de erradicar.
Mi experiencia de muchos años con miles de pacientes que acuden con tantas enfermedades derivadas de estas mal llamadas alergias (acumulación de mucosidades), hoy, están libres de aquella pesada carga y disfrutan de una gran liberación y bienestar.
Yo también lo he vivido…
He de confesaros que en mi juventud yo sufrí todos los cuadros y episodios típicos llamados alérgicos: Congestión nasal, catarros continuos, estornudos, ojos rojos, picores, dolor de cabeza, calentura; Fui uno de los primeros que me vacuné en la clínica universitaria y estuve poniéndome las vacunas durante siete años. Al principio noté algún pequeño alivio, pero me duró poco. Fue cuando comprendí que todo el problema lo causaba la mucosidad que acumulaba en los senos y hasta que no la eliminé, aprendí a comer y tomé el tratamiento adecuado no se solucionó totalmente el problema.
Hoy, con mi propia experiencia y la que adquirido con los años viendo miles de casos, tengo la satisfacción de haber conseguido que miles de antiguos sufrientes de las mal llamadas alergias se hayan olvidado de ese trastorno.